"Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira las estrellas" Antoine de Saint-Exupéry
Corriendo como loca al dejar al niño en el cole, mis ojos se han desviado al siempre pletórico, maravilloso, cautivador y deseado escaparate de la librería Arc Voltaic de Gavá, mi pueblo. No había libros. Me he parado en seco y he visto a Marta al fondo del local entre sus papeles, los libros y el ordenador. No ha levantado la vista, quizás ya no espera a nadie. He dudado unos segundos (las prisas, las cosas pendientes por hacer, la mañana que se te escapa entre los dedos, el último trimestre del 2013 aún por cerrar...) y me he dicho que me merecía esa conversación intuida. Por los sueños de mis padres sobre abrir una librería cuando eran jóvenes, por haber fantaseado yo misma con esa idea, porque siempre hay que comprar al comerciante de tu pueblo y porque ella me dijo hace un par de años cuando entré a comprar "No, tú no. No te compres 50 sombras de Grey. Haz que te lo presten anda".
Hoy me ha dicho que no se sentían con fuerzas para afrontar el Sant Jordi de este año. Llevan, Marta y su hermana Mª Carmen, ocho años con la librería a su nombre. Ahora, cuando acabe enero, Arc Voltaic cerrará después de llevar culturizando más de veinte años a Gavá. No ha sido la crisis, me dice, ha sido el libro digital. Y ni siquiera ha sido el libro digital, ya que un libro que te puede costar en digital 12€ te puede costar en papel 18€ y hay gente que por el gusto para la diferencia. Pero, si te lo puedes descargar gratis, ahí ya hablamos de 18€ de diferencia. Y en este país somos unos piratas me ha dicho Marta. Editoriales como Acantilado, Rayo Verde, Ático de los libros o La Campana no editan en digital. Ella cree que son la única esperanza. Sus libros, si los quieres, los tienes que leer en formato papel. ¿Qué pasará cuando las editoriales sigan bajando en las ventas? ¿Los autores de gran renombre se autoeditarán? ¿Solo escribiremos blogueros que lo hacemos por el placer de escribir y como terapia? Porque, como bien me ha hecho ver ella, entre otras cosas, las editoriales españolas ya no pagarán a un traductor para traducir al español a John Irving o a Murakami. No nos harán llegar esas obras de la literatura universal. No será negocio. El gobierno no está (jamás ha estado) por la labor de asumir esa entrada de cultura fresca y diversa. Yo podré volver a leer en inglés pero nunca, jamás, lo podré hacer en japonés. Me hubiera perdido a mis imprescindibles e increíbles francesas Anna Gavaldá, Irene Nemirovsky y Muriel Barbery.
Sin editoriales no les hubiera llegado el boom hispanoamericano a los coreanos ni a nosotros la saga del desaparecido Stieg Larsson. Nadie las hubiera traducido. Pensar en todo esto la próxima vez que os descarguéis un libro. ¿Donde queréis estar dentro de 20 años? Yo quiero estar leyendo, seguro. Soñando con otros mundos, imaginándome que estaré allí, que sentiré así, o que nunca querré estar en su lugar y teniendo cuidado para no caerme al lado oscuro.
Conversábamos, Marta y yo, con el tiempo parado en esta mañana de enero, de nuestros inicios en la lectura. En el modo que cada una comenzó y con los comics y libros que lo hicimos. Tan diferentes, tan iguales. Los libros y sus lecturas te igualan, te hermanan a desconocidos, te hacen vibrar junto a ellos, te reconoces en las sonrisas y en los destellos de los ojos. Hemos sonreído recordando querer ser internas en Torres de Malory, adorar al pequeño Nicolás más allá de lo virtual, querer merendar galletas de jengibre y pastel de carne y mojarlas con cerveza de jengibre como hacían los del club de los cinco y su perro Tim sin saber que era el jengibre ni haber visto en nuestra vida un pastel que no fuera de cumpleaños, emocionarnos al recordar Suite francesa, vibrar con cualquiera de las páginas del Amor en los tiempos del cólera ¿Verdad que se puede abrir al azar y disfrutar de cualquier párrafo? Verdad.
Hay libros que no son historias. Son vida. Son emociones que te acaban provocando sentimientos. Hay libros que te evaden del día a día. Sin conexión con tú realidad y ese mundo virtual del ordenador (por eso sigo leyendo en papel). Gracias a los libros, me decía Marta, conseguí que muchas ventanitas se me abrieran y escapar del grisor de los días. Estabas en Macondo, en Japón, en la campiña francesa ocupada por los Alemanes, en Exeter (New Hampshire) con John....
Me ha encantado poder decirles suerte mirándolas a las dos a la cara en vez de solo pensarlo al pasar por la puerta. A veces, al no guardarnos nuestras emociones en el alma, las mañanas de los jueves, nos regalan perlas de vidas ajenas a la tuya.
Feliz jueves de pecado gente, gracias por leer