jueves, 26 de febrero de 2015

Bienestar y alimento (Parte I)

Una vez mi amigo David Martínez, ese que me dijo “Cruz, tranquila, siempre se acaba pasando cafés” en un momento de pánico montando un banquete (gran David, gran amic y grandes frases) en referencia a un puesto de trabajo que me ofrecían para el que yo no me consideraba capacitada me dijo “Tú no eres quién crees ser. Es solo una parte de ti. La otra parte es lo que los demás ven de ti. Y esa responsabilidad también la debes asumir, porque tú también eres eso. Puede que no te veas capacitada por tu exceso de responsabilidad pero si alguien ahí fuera cree que lo estás, adelante Cruz. Además. Lo estás. Que lo sepas”. David veía en mí más allá de lo que yo me veía a mí misma. Igual que otra gente a lo largo de mi carrera profesional.

En otros ámbitos de la vida, en lo emocional o a la hora de la amistad, en el carácter que te has forjado tú cara a la galería y el que te han forjado en sus mentes las personas con las que conectas funciona el mismo axioma. Parte de lo que eres es lo que los demás ven de ti. La percepción de ellos. Ojo. Sólo parte. Sería de ego inflador hasta el infinito y reventar allá arriba el pensar que eres lo que los otros creen que eres en única exclusiva. Pies en tierra. Pausa y cautela Sra. Cruz.

Preámbulo para hablar del tema de hoy. Tema del que no me veo capacitada para nada. Alimentación sana. La gente me ve más feliz que 80. Sin alergias ni antihistamínicos, sin medicamentos, sin grandes males y con pequeños remedios. Con energía inaudita para las pocas horas dormidas y la mucha actividad sobre todo cerebral. Con el cutis de cuando tenía 20. Con el tipo de cuando 16 y quieren averiguar, diseccionar, saber: ¿Cómo lo haces? ¿Eres lo que comes?

Porque todo lo achacan al veganismo. Es tan radical, que una mejora así solo puede darse por ese camino. Valor, fuerza y resignación. Dejar lácteos, constricción y reputearse. La mente. Mi cabeza es la que ha hecho el mayor cambio. Ese es el cambio. La conciencia de mí y de mi entorno. Eso me ha llevado al veganismo, a la calma (a la búsqueda de la calma, fuera televisión), al camino de la felicidad por encima del dinero o “propuestas laborales irrechazables” (hay tantas cosas que ya no me la ponen gorda que estoy que no quepo en mi). Pero veo que, a mi alrededor, compañeros y compañeras, sin la conciencia concreta sobre el especismo que ejercemos sobre los animales van abriendo los ojos a que algo hacemos mal.

Ya no me subo al púlpito porque no creo en ellos. Tantos Felipes Gonzalez de mi alma que se me han caído al suelo que creo mucho más en una Angels Ruiz y su “A mí me pasó esto. A mí me funciona”. Lo que os cuento, para quien lo cuento, para los que me preguntáis, Silvia, Lidia, Laila, Sergi, Sandra, David, Andrés, Carmen, Cristina… es mi experiencia personal sobre mi cuerpo. Está claro, cada día lo tengo más claro, que para escribir sobre esto y no ser una revista a lo “Cosmopolitan” debo estudiar nutrición. Porque lo necesito. Porque me gusta. Porque eso si me la va a poner bien gorda.


(Me quedó muy largo el post. Os lo pongo en tres trocitos J)

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Pere Gila