jueves, 26 de mayo de 2016

Una seca

Corría y futboleaba en España el terrorífico año 82, a la sazón mis años 11. Mi madrina Amalia me regaló mis dos primeros pendientes para cada una de mis orejas, uno y uno, cómo mis años. Pero eso fue en octubre. Antes, en el tórrido junio era espectadora del fatídico juego que habían dado a bien llamar los chicos de mi comunidad "Una seca". Se jugaba en la piscina, no seáis mal pensados y mientras las niñas jugábamos al cinquillo o a burro con las cartas ellos mataban moscas con el rabo.

Los once y por ahí son una edad más bien tontorrona en los niños. Capitaneados por Nacho al que apodábamos Naranjito y no por su saber futbolístico precisamente, los niños de la torre de La Carolina en Pinar de Chamartín jugaban a "Una seca". Hacían bola por la piscina y de pronto uno, el de la voz más aguda y vista menos torpe gritaba "Una secaaaaaaa!!!!" señalaba con el dedo cual muerto viviente a alguna niña del lugar y todos en tromba la cogían y la lanzaban al agua. "No, no, noooo....." se resistía en mayor o menor medida la incauta. Esa era la risa.

A mi no me cogían. Yo daba la espalda jugando de a cuatro con Cris y Carmen y alguien más (Andrés aún no bajaba a la piscina pues acababa de nacer). A mi no me habían puesto aún mote. Pero "la lagartija" me hubiera cuadrado bastante bien. Nacho me sacaba unas buenas dos cabezas a lo alto y unos buenos tres cuerpos a lo ancho.

Un día tras mojar todo lo seco, a algunas hasta dos veces alguien tuvo el valor o aburrimiento de gritar mirándome "Una secaaaaaa". El corazón no se me paró, se me ralentizó un poquito. Me había hecho la secreta promesa que si algún día venían a por mi a mi no me tirarían.  Si me tiraban es porque me cogían entre 6 u 8 lo menos, todo lo preadolescente que había por allí salvo mi hermano Edu. Mi hermano jamás me hubiera tocado en público. En privado jugábamos a hacer judo (época pre-karate kid) pero siempre se dejaba ganar por mi. Me quería un motorón mi hermano Edu.

Aquella tarde el dedo acusador y amenazador del vigía chivato me señaló. Respiré y seguí jugando a las cartas. La mirada fija en ellas y los hombros izados. Mis ojos les habían disuadido en ocasiones anteriores. Y mi careto palo mala ostio también. Me sale guay. Tengo a mi padre de espejo para saber poner cara de "sois unos mierdas que no me duráis ni un asalto" o "me importáis menos que las moscas de un mojón de caca en el camino". Hasta entonces me había funcionado. Era una niña que no desentonaba mucho en público generalizado.

No tuve que decir no. Estaba sentada. Tenía unos 6 niños a mi alrededor. Ante mi silencio alguien volvió a gritar "una secaaaaaa" y se oyeron "vamos, si sabes que al final te vamos a tirar" y Nacho alargó el brazo. Me enganché a él como a mi vida. El brazo fue lo que más se llevó. Los demás se apartaron veloces y nos dejaron a el sumo Naranjito y la pequeña Kill Bill mano a mano. Yo en el suelo. Él de pie petrificado.  Se llevó mis uñas enteras marcada en su piel grasienta. En sus tetas más grandes que las mías y en todos los sitios a los que llegué salvo su cara, que pena oyes. Alguien le dio permiso a lo lejos diciendo "Déjala tío" gritaron "Una seca" a una que miraba y salieron en manada a por otra gacela.

Me estiré el cuerpo despacito y me alisé los cabellos de loca con las dos manos. Respiré. Di cuatro pasos por la piscina y me lancé de cabeza al agua. Salir por la escalera y sentir todos los ojos mirándome fue la mejor experiencia pública de mis once años.

Esa tarde, más tarde, estábamos en la cocina y llamaron a la puerta. La sra Naranja sostenía a Nachito por el hombro. Venía a quejarse a mi madre, que si yo era una salvaje, que si le parecía bonito lo que yo le había hecho a su hijito, que si son cosas de niños pero yo estaba como una cabra, mi madre y yo mudas en la puerta. Miré a Nacho que miraba al suelo y vi aparecer por su cuello y brazos mis super arañacicos tintados de yodo como se marca con un fosforito un texto que te quieres aprender. Mucho más visibles para escarnio público gracias a su madre. Esa si era una seca a la que habría que haber tirado a la piscina. "Vaya, lo siento, no volverá a suceder" murmuró mi madre y cerró la puerta. Con todo lo que habla mi madre, hay que ver....pensé.

Siguió hacía la cocina y se giró diciéndome "¿Todo eso lo has hecho tú sola?" y en el fondo sonreía. "Es que no me quería bañar cuando ellos quisieran mamá". Siguió sonriendo.

Nacho nunca me volvió a dirigir la palabra. Ese día me gané mi primer mote "La bruja". Corrían las malas lenguas que por mis uñas afiladas. Ni os imagináis que placer me dio tener ese pedazo de mote.

Ayer Luc me contó que los miércoles no es día de pelota en el cole para los de tercero. Los niños y las niñas juegan a las peleas. Por como me lo contó más bien los niños dan por culo a las niñas. Alguno se le escapa la mano un poco de más. Le dije que como no intervenía él para pararlo y me saltó con una frase sonriente que me heló las venas "Yo no es que no haga nada mamá, simplemente no me meto". Tan pancho. Como no pega es cojonudo se piensa el tio.

"No se cómo ninguna chica quiere estar contigo. A mi me daría vergüenza que fueras mi chico. Y tus amigos. Son unos penosos" Se petrificó y me dijo que ya no quería hablar de eso conmigo y que cambiáramos de tema.

Fin de la cita.

Amaros, respetaros y amaros los unos a los otros.

Feliz jueves de pecado gente!.